El Camino

 

"Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie

viene al Padre, sino por mí.” Juan 14: 6

Jesús es el Camino – El único Camino – de vida con Dios hoy y por siempre. Sin embargo, millones están escogiendo senderos espirituales que guían a la esclavitud, desilusiones y desesperación. La mayoría busca ciegamente, ya que no pueden leer o seguir las señales de Dios. Ellos no ven el abismo que separa Su camino del sendero de Satanás, tampoco buscaran ayuda del único que puede ser puente entre el precipicio.

En los cruces más importantes de la Vida, ellos eligen sus carreteras personales por sus promesas ilusorias y excitante poder, dando poca importancia al destino final. “¿Por que seguir ese sendero estrecho y viejo, cuando carreteras mas anchas y rápidas hay adelante?” Dicen las voces de la cultura popular. “Ningún camino es mejor que el otro. Cada sendero conduce al mismo final universal: dicha eterna con un Dios amante.”

No es así. Pero el engaño se convierte en la regla mientras las masas marchan a través de la historia. Una vez más, revivimos el tiempo del Antiguo Testamento en el cual “cada uno hacia lo que bien parecía a sus ojos.” [Jueces 21:25]. Pocos escuchan las advertencias de Dios, aunque fueron hechas para nuestros días:

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.” Mateo 7: 13-15

Los caminos de Dios difieren radicalmente de los caminos del hombre. Tiene poco sentido en la naturaleza humana y los placeres de hoy día – que buscan las multitudes. Ya que los caminos de Dios son muy diferentes. Su manera de honrar viene a través de la humildad. Su manera hacia el gozo es a través del dolor. Su vía a la vida es a través de la muerte. (1) La muerte redentora de nuestro maravilloso Salvador y, a través de nuestra Unión con El, (2) nuestra propia muerte a la carne y al pecado.

Paz, pureza, perseverancia, un caminar con Jesús... Los frutos de este proceso de muerte son mucho mayores que cualquier sufrir el cual El me llame a soportar. Sin embargo, cuan a menudo he escogido caminar al revez – en vez de la manera adecuada – aquellos valles de muerte que me guían a la vida. Se que “todas las cosas ayudan a bien” pero aun volteo mi vista de mi Señor a las rocas filosas en el camino, mientras mi naturaleza humana se queja “No vi esas rocas abruptas en el mapa. ¿Qué paso?”

Pacientemente, El responde.

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. [Isaías 55:8-9] “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia.” [Proverbios 3:5] “Sed fuertes en el Señor” y “proseguid a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Efesios 6:10-12; Filipenses 3:14.

“Perdóname, Señor,” clama mi arrepentido corazón. “Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti. Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria.” Salmos 73:22-24 Porque,

“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Mi carne y mi corazón desfallecen;
Mas la roca de mi corazón
Y mi porción es Dios para siempre.” Salmos 73:25-26

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” Mateo 11:28-30

Su voz gentil me recuerda que su mejor camino para mí es el que comparte el del sufrimiento: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.” Lucas 9: 23-24

¿Qué es lo que debo “perder” para poder ganar?

Lo que sea que me tenga amarrado, que me hunda, o que nuble mi discernimiento. Cualquier cosa que cambie mi confianza de mi maravilloso Señor a sustitutos vacíos. Cualquier cosa que debilite mi confianza en su suficiencia. Y cualquier cosa que obnubile mi visión o distorsione mi entendimiento del camino.

Jim Elliot, Mártir Misionero de los Indios Aucas, lo dijo perfectamente: “No es un tonto aquel que da lo que no puede retener con tal de ganar lo que no puede perder.”

Para finalizar mi viaje con El en triunfo, voluntariamente le doy mi vida y me someto a la luz del Espíritu Santo que me limpia y escudriña. Por mis fuerzas, podría tropezar y caer bajo el peso del pecado y las cargas. Pero mi Pastor me ha liberado a través de la cruz, y El continua limpiando el polvo y el sucio de cada día. El ha abierto mis ojos y ha llenado mi vida con Su vida, y no deseo ser parte de las nieblas que ciegan y las lujurias que cautivan. Seria un tonto intercambiar mi preciosa libertad por la cautividad del mundo.

“Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” Filipenses 3:18-20

Cuando he querido desviarme del camino, confío que el me conducirá de vuelta a su camino. El me ha dicho: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.” Isaías 30:21

¿Cómo puedo responder a estas certezas y promesas sin precio? Hago eco de las palabras de David, Su amado salmista,

“A ti, oh Jehová, levantaré mi alma.
Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado,
No se alegren de mí mis enemigos.
Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;
Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas.
Encamíname en tu verdad, y enséñame,
Porque tú eres el Dios de mi salvación;
En ti he esperado todo el día.” Salmos 25: 1-5

¿Quieres unirte a caminar por este sendero estrecho? No te lamentaras. Porque “Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.” Salmos 89:15-17

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Hebreos 12:1-2

 

“Precioso Señor, toma mi mano. Guíame, ayúdame a ser fiel... Solo tu me puedes señalar a la vida eterna de paz y gozo sin fin. Cuando empiece a variar a la derecha o a la izquierda, por favor, condúceme una vez mas a tu meta. Recuérdame seguir tus deslumbrantes señales de verdad – los letreros especiales que guían a tu pueblo seguro a través del sendero. Gracias, amado Pastor, mi único Camino.

Referencias

Proverbios 3:5-7; Salmos 25:1-5, 8-9, 12; 37:5, 23-24; 86:11; 110:7; 143:8;
Isaías 30:21, 55:8-9; Jeremías 21:8; Ezequiel 33:8-9, 17;
Mato 7:13-15, 11:28-30; Lucas 9:23-24; Hebreos 12:1-3.

Provisto a La Espada del Espíritu por Berit Kjos de Ministerios Kjos

 

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Dios le bendiga.

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