AVERGONZADO DE SER HUMANO

 

“¡Miserable de mi¡…” Rom. 7:24a (RV)

 

En estos días a menudo me encuentro pensando nostálgicamente sobre el cielo y casa porque los eventos horribles que se están desenvolviendo alrededor del mundo—“la inhumanidad del hombre hacia el hombre”—tiende a ampliar el prospecto maravilloso de estar con mi Señor y Salvador.

 

Animales salvajes lisian y matan víctimas inocentes, pero en la mayoría de los casos lo hacen por sobrevivencia. Ellos actúan por instinto más que por emoción y lo que ellos matan, usualmente comen. Pero el Homo sapiens clase aparte por el hecho de nosotros nos rebajaremos a niveles de traición y maldad absoluta no encontrada en el reino animal. A veces los animales se vuelven contra su propia especie, ¡pero el hombre lo hace rutinariamente! Y la presente racha de tiroteos en escuelas incluyendo la violación y asesinato premeditada de niñas inocentes es un caso en cuestión. El suicidio por los perpetradores en dos de los incidentes añadió una firma ya muy familiar a la matanza y una vez más la sociedad se rasca colectivamente la cabeza perpleja, preguntándose porqué personas cometen tales atrocidades. Pero lo que la humanidad en general no reconocerá o admitirá es que la razón del problema es el pecado en el corazón humano.

 

La Palabra de Dios dice todos nacimos con ese “virus” sobrenatural y la tendencia de hacer lo malo ¡es tan natural como respirar! Para que los creyentes en Jesucristo no adopten una actitud de “más santo que tu” sobre tales cosas, necesitamos entender que es sólo por la gracia de Dios que somos refrenados de hacer algo igual de horrible.

 

El apóstol Pablo reconoció esa terrible realidad cuando escribió los siguientes pensamientos:

 

“14Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal [no espiritual], [controlado por y] al pecado. 15 porque lo que hago, no lo entiendo [estoy desconcertado, perplejo]; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco [lo que condena mi instinto moral], eso hago. 16 Y si lo que no quiero, esto [habitualmente] hago, apruebo que la ley es buena (moralmente excelente). 17De manera que ya no soy quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. [Yo tengo la intención y el deseo de hacer lo que es correcto, pero no tengo el poder para hacerlo.] 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero [jamás], eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo [no soy yo mismo quien actúa], sino el pecado [principio] que mora [opera fijamente] en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley (regla de acción de mi ser): que el mal esta en mí. 22 Porque según el hombre interior [con mi nueva naturaleza], me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros [en los apetitos y voluntades sensibles de la carne], que se rebela contra la ley de mi mente (mi razón), y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros [en los apetitos y voluntades sensibles de la carne]. 24 ¡Miserable de mi! ¿Quién me librará [de los grillos] de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro (El Ungido). Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del pecado” Romanos 7:14-25 (Biblia Reina Valera).

Es imperativo que reconozcamos que Pablo hizo estos comentarios como un hombre salvo. El conocía que su vieja carne—su naturaleza pecaminosa—no había sido erradicada por la salvación de Cristo. Si fuera dejado actuar por sí mismo y sus propios recursos, el todavía era capaz de cometer pecados horribles. ¡Y nosotros también!

 

El corazón humano no regenerado es la esfera de actividad principal de Satanás y reina sobre ella con impunidad temporera. Yo digo “impunidad temporera” porque viene el día cuando Dios va a abolir el pecado y consignará al diablo al lago de fuego por toda la eternidad (Ap. 20:10; 14). Pero hasta que llegue es día bendito, todos los humanos—ya sean nacidos de nuevo o perdidos—tendrán que lidiar con una naturaleza caída y depravada. El pueblo de Dios tiene los recursos del cielo a su disposición para ayudarnos a minimizar el comportamiento pecaminoso, pero los perdidos están totalmente esclavizados por Satanás y hacen lo que el ordena:

 

“Y é los dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis [habitualmente] en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo [estaban bajo la influencia de la tendencia de la era presente], conforme al príncipe de la potestad del aire, [ustedes eran obedientes y estaban bajo el control] del [demonio] espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia [los despreocupados, los rebeldes, y los incrédulos, que están contra los propósitos de Dios], 3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestras carne [nuestro comportamiento gobernado por nuestra naturaleza corrupta y sensual], haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos [nuestros antojos dictados por nuestros sentidos y nuestra oscura imaginación], y éramos por naturaleza hijos de la ira [de Dios], lo mismo que los demás.” Ef. 2:1-3 (Biblia Reina Valera).

 

El diablo y sus hordas de ángeles caídos (demonios) constantemente seducen a los cristianos nacidos de Nuevo a ceder ante su carne y a pecar en contra de Dios. Ellos no pueden forzarnos a ceder, pero si a tener entendimiento sobrenatural de nuestras debilidades y saben “tocar las teclas correctas”. Así que para mantener una distinción discernible entre nosotros y el resto de la podrida humanidad, debemos mantener nuestros ojos en el Señor y caminar por fe—confiando en El para hacer la diferencia en nuestras vidas. De otra forma, habrá muy poca o ninguna diferencia y el pecado caracterizará nuestra existencia. Necesitamos tener en mente que aunque quizás nunca caigamos al nivel de los tiradores de las escuelas, suicidas con bombas, o aquellos que cometen atrocidades indecibles durante tiempos de guerra—el pecado es pecado ante un Dios Santo. Y si no es cubierto por la sangre de Jesucristo, un solo y “pequeño” pecado resultará en la misma condenación que será impuesta en aquellos que son los más despreciables entre nosotros—condenación eterna en los tormentos (plural) del infierno. Y esa sentencia es verificada por las propias palabras del Señor:

 

“Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.” Lucas 16:22-24 (RV, énfasis mío).

 

Para oponerse rápidamente a aquellos quienes piensan que han alcanzado un grado de santidad que los hacen incapaces de tales obras malas, yo solo tengo que señalar el pecado del Rey David con Betsabé. Dios dijo que era un “varón conforme a mi corazón” (1 Samuel 13:14; Hechos 13:22)—y aún así David cometió fornicación, adulterio, y posiblemente violación cuando tomó la mujer de otro hombre para satisfacer su lujuria. Y para hacer de una mala situación algo infinitamente peor, hizo asesinar a su esposo, Urías, para cubrir el hecho de que Betsabé estaba embarazada con su hijo. Reyes gentiles en aquellos días a veces forzaban a mujeres casadas a sus harenes, pero Dios ha ordenado a Su pueblo a abstenerse de tal comportamiento. Entonces si David pudo cometer múltiples ofensas condenables por muerte (de la cual Dios en Su gracia le libró), no debemos ser tan tontos de pensar que somos incapaces de ellas.

 

“Así que, el que piensa estar firme [aquel que se siente seguro que el tiene una mente constante y se para firme], mire que no caiga [en pecado]” 1 Corintios 10:12 (Biblia Reina Valera/Amplificada).

 

Solo cuando reconocemos nuestro potencial para la maldad y dependemos del Señor para alejarnos de ella, podemos decir que la humildad es una realidad en nuestro diario caminar con El.

 

“Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio (las buenas nuevas) de Dios? 18 Y Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?” 1 Pedro 4:17-18 (Biblia Reina Valera, énfasis mío).

 

Un sentido saludable de vergüenza sobre el hecho de que somos humanos depravados es la actitud que los creyentes deberían tener sobre su raza caída. El énfasis del mundo sobre la “auto-estima” en que es necesaria para salir adelante sobre las dificultades de la vida entra en absoluto contraste con la enseñanza de Jesucristo.

 

“Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad [tiranizándolas]. 26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos [el precio pagado para liberarlos]” Mateo 20:25-28 (Biblia Reina Valera).

 

“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos (discordias y peleas) entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? 2 Codiciáis [lo que tienen otros], y no tenéis; matáis y ardéis de envidia [Odiar es matar cuando involucra el corazón], y no podéis alcanzar [la gratificación, el contentamiento, y la felicidad que anhelan]; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 3 [O] Pedís [Dios para ellos] y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites [gastándolos en placeres sensuales]. 4 ¡Oh almas adúlteras [que tienen una aventura ilícita con el mundo rompiendo su promesa de matrimonio con Dios]! ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” Santiago 4:1-4 (Biblia Reina Valera).

 

El comportamiento malvado es característico de la humanidad, pero el Señor nos dijo que alcanzaría otra vez un tope antes de Su regreso:

 

“[Justo] Como fue en los días de Noé, así será en los días del Hijo del Hombre. 27 [Las personas] Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y lo destruyó a todos. 28 Asimismo como sucedió en los días de Lot; [Las personas] comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29 más el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre  y los destruyó a todos. 30 Así será en el día en que el Hijo del Hombre se manifieste” Lucas 17:26-30 (Biblia Reina Valera/Amplificada, énfasis mío).

 

Tanto la civilización Antediluviana de los días de Noé y las ciudades de Sodoma y Gomorra (muchos años después) fueron destruidas por Dios por su pecado. Y mientras continuamos presenciando los crecientes actos de violencia perversa y el comportamiento sin sentido que toma lugar alrededor de nosotros, solo podemos concluir que ellas son señales de que tan cerca estamos del regreso del Señor:

 

“¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias (pesares) que os vendrán. 2 Vuestras riquezas están podridas, y vuestras [muchas] ropas están comidas de polilla. 3 Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. 4 [Pero] He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores [de venganza] de los que habían segado han entrado en el oído del Señor de los ejércitos. 5 Habéis vivido en deleites (pródigos) [aquí] sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. 6 Habéis condenado y dado muerte al justo (hombre inocente), y él no nos hace resistencia. 7 Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad como el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprano y la tardía. 8 Tened también vosotros paciencia, y afirmado nuestros corazones [fortalézcanlo y confarro en la certeza final]; porque la Venida del Señor se acerca.” Santiago 5:1-8 (Biblia Reina Valera/Amplificada, énfasis mío).

 

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Esperamos que haya sido bendecido por este ministerio, que busca educar y advertir a las personas, de modo que puedan ver el Nuevo Orden Mundial por venir -el Reino del Anticristo-en sus  noticias diarias.

 

Finalmente, nos encantaría saber de usted. Puede enviarnos un E-Mail a 

Dios le bendiga.

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