¿Qué significa “Recibir a Cristo”?

Párrafo 1382 del Catecismo de la Iglesia Católica

La Misa es al mismo tiempo, e inseparablemente, el memorial sacrificial en el cual el sacrificio de la cruz es perpetuado y el banquete sagrado de la comunión con el cuerpo y la sangre del Señor. Pero la celebración del sacrificio de la Eucaristía está dirigida hacia la unión íntima de los fieles con Cristo a través de la comunión. El recibir la comunión es recibir a Cristo mismo quien se ha ofrecido a sí mismo por nosotros.”

En muchas ocasiones, se me ha hecho la pregunta: “¿Cuál es la diferencia entre lo que creen los católicos y lo que tu crees?” Cada vez, yo casi quedo perplejo porque soy golpeado con un montón de diferencias. Varios puntos de vistas de los sacramentos, el papa, y el sacerdocio de los creyentes fueron traídos a colación en un orden justo. Pero mirando atrás, realmente yo quedaba mal. La diferencia crítica es entre lo que dice la “Iglesia” que significa “recibir a Cristo” y lo que la Biblia dice sobre el tema.

Si usted es “Evangélico” en cualquier sentido de la palabra, el Párrafo 1382 debería chocarle. Mientras nuestro equipo ha ido leyendo el Catecismo, nunca parecemos recuperarnos de la osada proclamación de error. Cuando me reúno y hablo con católicos sobre las enseñanzas de la “Iglesia”, a menudo ellos dicen cosas como, “mi sacerdote realmente no cree eso” o “la Iglesia dice aquello, pero yo no conozco muchos que realmente creen eso.” La importancia del Catecismo es que es la enseñanza oficial de la Iglesia Católico Romana. Le enseña a todo católico lo que se espera que el o ella acepten como la absoluta e irrefutable verdad. En el Párrafo 1382,  la “Iglesia” no solo afirma que la comunión es necesaria, sino que declara que la comunión ES salvación.

En el Párrafo 1322, el Catecismo declara que la “santa eucaristía completa la iniciación cristiana.” En el sistema católico, uno recibe el Espíritu Santo con el Bautismo (usualmente siendo un bebé); después, ese compromiso se profundiza con la confirmación. Después de la confirmación, o como ellos le llaman, la Santa Eucaristía. Esta comunión es una fuente de gracia, Gracia Salvadora. Ellos consideran que la Cena del Señor es tan importante porque para ellos, ella es la perpetuación del sacrificio de Cristo en la cruz.

El concepto del sacrificio perpetuo se deriva del mandamiento de cristo de “haced esto en memoria de mí.” De alguna forma, la comunión dejó de ser solo un memorial de la obra salvadora de Cristo y se convirtió en la salvación misma. El Catecismo sigue diciendo que la Misa y la Comunión “representan” el evento de la cruz. En esencia, toda Misa es la Crucifixión de Cristo en el presente. Otro argumento para el sacrificio continuo es la conexión con la Pascua. Los judíos han celebrado la Pascua del Éxodo en Egipto ya por miles de años. Pero estas Pascuas son memoriales, no Pascuas nuevas. Sucedió una vez. Ciertamente, “Cristo es nuestra Pascua”, pero El no es crucificado una y otra vez cada vez que celebramos la Cena del Señor. 1 Corintios 5:7 dice: “porque nuestra pascua,  que es Cristo,  ya fue sacrificada por nosotros.” Fíjese: “fue sacrificada” – está en tiempo pasado. En el español de hoy, el griego se traduciría como “fue crucificada.” Hebreos 9:28 dice esto aún más contundentemente: “así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos…” No tenemos que volver a crucificar a nuestro Señor para recibir a Cristo en este tiempo presente. Los redimidos fueron comprados en el tiempo que Cristo se ofreció a Sí mismo de acuerdo a la voluntad del Padre Celestial. El Espíritu Santo es capaz de aplicar esa salvación en nosotros sin una crucifixión presente. “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos;  y aparecerá por segunda vez,  sin relación con el pecado,  para salvar a los que le esperan.” (Hebreos 10:10).

Finalmente, tenemos que separar el recibir a Cristo del recibir la comunión. El Catecismo usa el capítulo seis de Juan para decir precisamente eso. “Jesús les dijo: De cierto,  de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre,  y bebéis su sangre,  no tenéis vida en vosotros. (Juan 6:53).” La verdad es que parece que Jesús está igualando la comunión con la salvación. Pero, el verso está siendo sacado de contexto. Anteriormente en el capítulo Cristo dijo, “Yo soy el pan de vida.” Los productos principales de la dieta en aquellos días eran el pan y el vino. Sin estos alimentos básicos, una persona moriría. El también habló sobre el maná que Dios proveyó en el desierto. A pesar de que el pueblo en el desierto recibió un alimento milagroso de parte de Dios, ellos murieron de muertes naturales. Su punto era que El es el alimento espiritual – una necesidad básica para la vida eterna. Sin creer en Cristo, la vida eterna no es posible. ¿Por qué el Catecismo no citó el versículo 47 del capítulo 6? “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.”

“Recibir a Cristo” significa poner tu confianza en El como tu Salvador del pecado, muerte y condenación. No podemos conquistar el pecado por sí solos; estamos muertos en nuestros pecados -- MUERTOS (Efesios 2:1). No podemos ser justificados por nuestras propias obras, palabras, y pensamientos; y todas nuestras justicias como trapos de inmundicia (Isa. 64:6) -- INMUNDOS. Sin la justicia de Cristo, todos merecemos la muerte y el infierno. Si recibimos a Cristo, el Padre verá la justicia de Cristo cuando El nos mire a nosotros. ¿Por qué recibimos nosotros el registro perfecto de Cristo? El murió por nosotros – El tomó nuestro lugar. El mismo poder de resurrección que resucitó a Cristo nos salva y nos marca para vida eterna.

La Iglesia Católico Romana usa la enseñanza de la “Misa Salvadora” para mantener a sus feligreses atemorizados de abandonar la iglesia. En ese sistema, no hay salvación fuera de la “Iglesia.” Su visión de la misa lleva esa mentira aún más allá. Si tú confías en Cristo como tu Salvador, te conviertes en un sacerdote, un embajador, y un santo en la Iglesia verdadera, el Cuerpo de Cristo. Todo esto ocurre aparte del Obispo de Roma y todas sus falsas enseñanzas.

No podría concluir sin esta nota final. Cuando Pat Buchanan, un Católico, habló sobre “gracia” mientras hablaba en la Universidad Bob Jones en 1996, yo sabía que el no quería decir la misma gracia salvadora en la que yo creo. La “gracia” de Buchanan venía de los sacramentos; la gracia verdadera viene de amar y conocer a Dios a través de la Biblia y la oración. No seamos engañados por las palabras de falsos maestros. Ellos podrían hablar como si ellos creyeran lo mismo que usted, pero ellos tienen definiciones diferentes. Más que nunca, necesitamos ser “prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.”

R.N.D.

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