El Santo

"Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey.” Isaías 43:15 Isaías 33: 17

“Sed Santos, porque Yo soy Santo” 1 Pedro 1:15

Quítate los zapatos, pues estas en tierra santa”

Mientras ella tranquilamente hablaba, Kay se arrodillo en la alfombra junto a la mesa del centro y se quitó las sandalias. Rápidamente, seguí su ejemplo.

Entonces el pequeño discípulo de cabellos blancos, empezó a hablar con su mejor amigo. Sus palabras trajeron imágenes indelebles de la incomparable gloria y perfección del Señor, Su amor perdonador y Su absoluta Justicia. Atraídos por esta palabra, alentaron mi corazón y lagrimas a mis ojos.

A este Santo y Amante Rey, Kay levanto sus preocupaciones las cuales habíamos compartido. Cuan natural es ver y confesar nuestros pecados en la presencia de un amor tan perfecto. Cuan maravilloso es saber que hemos “nacido de nuevo” para vivir y andar en Su Reino por siempre. Sentí que entraba a otra dimensión de vida – sin duda lo había hecho! Y no quería partir.

Una hora antes, cuando toque el timbre en la puerta de Kay y espere, la esperanza y el temor se mezclaban en mi mente. ¿Cómo es que esta maravillosa mujer deseaba pasar tiempo conmigo? Para tranquilizar mi corazón, silenciosamente ore las palabras de un himno que había memorizado: “Hazme bendición, hazme bendición; de mi vida, que Jesús brille” Deseaba dar algo a cambio de la bondad de Kay hacia mí. Ella me invito a un almuerzo, pero anhelaba saber como orar, crecer y seguir a mi Señor y ministrar por Su Pueblo.

Vine como nuevo Cristiano, trayendo una larga lista de preguntas. Con tranquila sensibilidad, Kay respondió cada una de ellas, siempre apuntándome a Jesús y a su Palabra. Maravillado, escuche, tan atento a la vida Santa de Dios y sabiduría en Kay. Sin prisa, leímos Su Palabra y orábamos a El, confiando que El nos llenaría y nos guiaría a rendir nuestras vidas a El. Entonces nos arrodillamos juntos – sin zapatos.

Abandoné su casa con el corazón lleno de gozo y con profunda hambre de comprender lo que El quiso decir al expresar “Sed santos, como yo soy Santo”. Pero mientras mi mente se concentraba en fallas recientes, Su llamado parecía imposible. Sin duda, lo fue. Mi esperanza descansaba en Su promesa: “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.” 1 Tesalonicenses 5: 24

Desde entonces, el entrenamiento gentil de Dios me ha guiado a través de años de estudio y oración en Su Palabra. Mas, mientras más aprendo de Su santidad, más distante se muestra la meta. Después de todo, Su Santidad es perfección absoluta. Es la suma y la contestación de todos Sus demás atributos. Lo separa de todo lo que no es santo y perfecto: mientras, paradójicamente, hace santo lo que sea que toca con su sola presencia.

Es la esencia de Su Ser, la excelencia de su Carácter. ¿Cómo podría siquiera pensar en alcanzar tal perfección?

Mientras más anhelaba caminar en sus pisadas, mas veía mi rebelde corazo y lo obstinado que era. Mientras mas me esforzaba en obedecer su llamado “ser santos es comportamiento” (1 Pedro 1: 15), peor lo realizaba. Mi corazón podía solo ser eco del clamor del apóstol Pablo al decir: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.” Romanos 7: 15

Mientras observara a mi Salto Señor en Su Palabra, también vería todas mis imperfecciones. Su pura luz exponía todas mis tinieblas. No es de asombrarse que Isaías clamo a la vista de la santidad del Señor “Ay de mí... hombre inmundo de labios” (Isaías 6:5). El reconoció que su propia impureza era totalmente incompatible con la penetrante pureza de Dios ante el. Pero el santo toco sus labios impuros y por un momento hizo santo lo que no lo era. Dios mismo le hizo Su fiel profeta de acuerdo a Su Santo Propósito.

El mismo Santo Dios está moldeando a los discípulos de hoy para Su propósito. A través de su muerte, Jesucristo nos ha limpiado de pecado y nos ha liberado de la esclavitud que su poder tenia sobre nosotros. Al identificarnos con Su resurrección, podemos caminar y vivir por Su santa vida en nosotros. ¡El lo cumplió todo! “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” 1 Corintios 5:21. Como Pablo escribió, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí...” Gálatas 2:20

Aun fallo diariamente. Pero mi Señor nunca falla, y El es mi santidad así como mi fuerza y mi protector. Porque he sido unido a el a través de la cruz, comparto en su Santo carácter e identidad. He sido hecho santo, aun cuando mi andar refleja mi falta de fe.

Peor anhelo caminar cada momento por fe. Mis fallas me han enseñado que no puedo hacer nada por mi propia fuerza o voluntad. Solo Cristo me puede guardar de caer y hacerme útil a su propósito. Con frecuencia usa la perdida, soledad, dolor y persecución para cumplir esa meta. Mi parte es continuar confiando en El, confesando mis debilidades, y rodeando mi vida al Santo quien me conforma diariamente a caminar en su llamado.

En los días del Antiguo Testamento, El precioso Pueblo de Dios consagraban sus vidas a Su servicio. Ahora, yo también, escojo separarme a mí mismo de todo lo que es incompatible; consigo carácter y me presento como una ofrenda “santa y aceptable” para Su propósito.

No hay requerimientos para arrodillarnos ante su presencia. Sus niños viven por Fe, no por las reglas. Aun para mí, el simple hecho de inclinarme ante El es una forma especial de recordar la Santidad del Señor a quien amo. De alguna forma, calma mi mente, apaga las distracciones y alza mi corazón al lugar de paz, donde, solo con El, puedo deleitarme en Su presencia.

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” 2 Corintios 3: 18
 

Precioso Padre, recuérdame siempre beber de la fuente de agua de vida de tu Santa vida. Sepárame de todo lo que te disguste y deshonre. Habilítame a guardar Tu Santo Nombre antes las huestes terrenales y observadores celestiales. Déjame ser todo tuyo – cada momento. Gracias, mi Señor y mi Rey.

Referencias: Levitico 11:44, 19:2, 20:26; 1 Cronicas 16:29; Job 42:3, 5-6; Habacuc 1:13, 2:20; Juan 6:69; 2 Corintios 6:14-18; Efesios 1:4, 4:23-24; 1 Tesalonicenses 3:13; Hebreos 12:1-2; 1 Pedro 1:15-16, 2:9; Apocalipsis 4:8, 11, 15:4.

Provisto a La Espada del Espíritu por Berit Kjos de Ministerios Kjos

 

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Esperamos que haya sido bendecido por este ministerio, que busca educar y advertir a las personas, de modo que puedan ver el Nuevo Orden Mundial por venir -el Reino del Anticristo-en sus  noticias diarias.
 

Finalmente, nos encantaría saber de usted. Puede enviarnos un E-Mail a 

Dios le bendiga.

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