El Cordero de Dios

“...He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Juan 1: 29

“…del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.” Apocalipsis 13: 8

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Contemplad al Cordero: Puro e Inocente, gentil y humilde, dándose así mismo en sacrificio – un extranjero, inadaptado y peregrino en este mundo de gratificación personal.

“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Isaías 53: 7

Si hubiese hablado, sus jueces hubieran malentendido Sus palabras. Su mensaje no encajaba su punto de vista de la realidad. Ellos no pudieron ver más allá de sus deseos personales y su existencia terrenal. Desde su perspectiva finita, SU humildad parecía debilidad. Su sumisión parecía pasividad.

Pero el Cordero era fuerte, no débil, cuando estuvo de pie silencioso ante Sus acusadores. El fue modelo de fuerza cuando escogió la obediencia en vez de la resistencia. Su humildad demostró, no pasividad, sino un poder capaz de soportar cualquier tribulación por una rendida confianza a la voluntad de Dios.

Los llevaron a la muerte. O al menos eso pensaron. En realidad, Sus acusadores no tenían poder para quitarle la vida. El hombre del cual tan arrogantemente Se mofaron era el Rey Eterno – ¡El Creador del Universo! Nada iba – ni podía – pasarle aparte de Su Soberana voluntad y plan eterno.

El vasto plan eternal es infinitamente más grande que todos nuestros sueños humanos y conspiraciones. Excede por mucho nuestra finita comprensión humana. Sin embargo, maravilla de maravillas, incluye una relación de amor interminable entre Dios y aquellos que confían en El.

Pues antes del principio de los tiempos, “El Cordero muerto desde la fundación del mundo” anhelaba la salvación de todos los que vinieran a El. Y venido el cumplimiento del tiempo, El escogió entrar a nuestro mundo mostrarnos al Dios invisible, enseñarnos Sus caminos, romper la maldición que nos ataba a la corrupción y abrió las puertas a Su Santidad, y eternidad celestial. Pero mientras vivió entre nosotros como hombre, EL escogió someterse a aquellos que con desprecio lo acusaron y atormentaron a su propio Hacedor y Señor.

Contemplad al sangrante Cordero: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53:5

Aquellas palabras fueron escritas siglos antes de que Su sangrado, y torturado cuerpo fuese colgado en la cruz. Agonizando de dolor, El cumplió la asombrosa profecía. “El sufrió hasta la muerte” – una muerte que nos trajo perdón, nos libertó de la esclavitud del pecado y nos ofreció Su santa, abundante y eterna vida para todo aquel que cree.

Escuchad al Cordero llamándote: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” Mateo 11: 28-30

¿Puedes creer eso? ¿Estas dispuesto a soportar incomodidades, privaciones y dolor ahora para compartir Su gozo y gloria por siempre?

Pablo lo hizo. “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo,” escribió el a sus preciosos amigos de Filipos. “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte…” Filipenses 3: 7-10

Contemplad Sendero del Cordero al Triunfo: “Que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.” Juan 12:24. A través de Sus sufrimientos somos “semejantes a El en su muerte”. Cuando rendimos nuestras vidas finitas en Sus manos amorosas, El nos llena con una vida victoriosa el cual nunca muere.

Contemplad al Cordero que Reina: Coronado Rey de Reyes, el Cordero ahora reina desde Su trono celestial. Un coro de celestiales siervos, amigos y seguidores rodean el trono con canciones de jubilosa adoración:

“El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.”

Apocalipsis 5: 12

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Amado Cordero,


Escojo compartir en tu muerte y resurrección. Me regocijo en la sorprendente realidad que “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí.” Así que toma mi vida. Moldéame y úsame para Tu propósito. Que tu voluntad, no la mía, sea hecha – aunque cuando mi carne grite una protesta silenciosa a tu buena y perfecta voluntad.

Se que estos momentos de dolor terrenal producen “un eterno peso de gloria” que excede por mucho el sufrimiento temporal y mi entendimiento limitado, aun “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” 2 Corintios 4: 17-18

Gracias, mi precioso Pastor, glorioso Rey, eterno Cordero… Por favor, provoca y habilita mi corazón a adorarte a cada hora – por siempre.

“Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.” Apocalipsis 5: 13

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 Ver también Isaias 53;  Lucas 10:3;  Juan 12:24-26;

Romanos 12:1;  Filipenses 2:9-10;  1 Juan 2:2;

Apocalipsis 5:9-13,  7:17,  12:10-11,  13:8,  17:4.

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