EL CUARTO HOMBRE DE LA CRUZ

 

¿Quién Era El?

 

En el capítulo veintitrés de Lucas se nos da un relato de la crucifixión de Jesucristo que incluye información sobre dos de los hombres que murieron con El en ese día.

 

“Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. 33Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. 35Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. 36Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, 37y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 38Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

39Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 42Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Lucas 23:39

 

En Mateo 27:44 se nos dice que dos de los hombres que estaban siendo crucificados eran ladrones cuyos crímenes habían resultado en una sentencia de muerte. Y en una muestra increíble de sinceridad, rara vez visto entre los criminales, uno de ellos admitió que tanto el como el otro eran culpables y su castigo era justo. El no hizo caso a los reclamos del gentío hostil de curiosos; sino que declaró que Jesús era inocente—Es decir, El no era culpable de nada que los romanos consideraban ser una ofensa capital.

La multitud que estaba alrededor burlándose del Señor estaba compuesta principalmente de Fariseos y sacerdotes ¡que de hecho sabían que El no era culpable! Ellos estaban enfurecidos por Sus afirmaciones de ser Dios y ya que ellos no tenían autoridad de darle muerte por lo que ellos consideraban una blasfemia, ellos fabricaron la acusación de que Su intención era ser un Rey en oposición a Roma. Ellos sabían que Poncio Pilato haría el trabajo sucio para ellos ¡si se le convencía de que el pueblo estaba a punto de revelarse y coronar a su tan esperado Mesías!

 

Y por supuesto que su plan atroz. El santo y unigénito Hijo de Dios (Juan 3:16) fue sujeto a la muerte más cruel y dolorosa alguna vez maquinada por el hombre. Pero mientras El estaba en medio de esa agonía de corazón y de espíritu; algo que nuestras mentes mortales no pueden comprender, ¡El se detuvo para darle una calurosa bienvenida a una de Sus ovejas al reino Celestial!

 

Ese hombre, cuya identidad desde aquel día, hasta el de hoy, es el de ser uno de los dos ladrones crucificados con Cristo; mostró un verdadero arrepentimiento y fe. Su sorprendente confesión de fe en medio de circunstancias tan horrendas hace obvio que en algún tiempo pasado el había escuchado el Evangelio del Reino predicado—ya sea por Juan el Bautista o del mismo Señor—y ya se había hecho la obra sobrenatural en su corazón. De otra forma el no hubiera reconocido la inocencia de Cristo y le hubiera pedido personalmente que lo recordara cuando viniera en Su reino.

 

Y la respuesta que El Señor le da, es una que todavía trae gran consuelo y gozo a los corazones de los creyentes: De cierto (la cual es la palabra amén tanto en Hebreo como en Griego) te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” Por supuesto que el Señor sabía que los dos estarían muertos antes de las 6 p.m., el principio del Sabbath Judío, porque las Escrituras decían que un cuerpo “sobre un madero” era maldito (Deut. 21:23) y los judíos no permitirían que algo maldito profanara el Sabbath. Por esa razón fue que a los soldados romanos se les pidió que quebrasen las piernas de aquellos que eran crucificados, porque resultaría en una muerte mucho más rápida. Ellos los colgaban de sus muñecas y la única manera en la que podían tomar un respiro profundo era empujando hacia arriba con sus piernas—un movimiento de atrás hacia adelante, extremadamente doloroso para poder seguir respirando. Así que, una vez que las piernas estaban quebradas ellos no podían aliviar la presión sobre sus pulmones y pronto se sofocaban.

 

Pero aunque las piernas de los dos ladrones fueron quebradas (Juan 19:32), las del Señor no lo fueron. Cuando los soldados se acercaron a El, ya estaba muerto (Juan 19:33) y según Juan 19:36, eso cumplió la profecía de Salmos 34:20. La inesperada naturaleza de Su muerte prematura (la mayoría de las víctimas crucificadas vivían por varios días) había impulsado a algunos médicos cristianos a ofrecer el diagnóstico de que ¡El literalmente murió de un corazón roto! Cuando el soldado traspasó Su costado con una lanza, salió sangre y “agua” (suero de sangre) (Juan 19:34) —por lo tanto indicando que Su corazón se había desgarrado o roto durante la excesiva tensión. La crucifixión era una forma horrible de morir en todos los sentidos, pero solo Dios conoce la agonía inexpresable que Jesucristo experimentó cuando El cargó sobre Sí mismo el castigo que Dios requería por nuestro pecado.

 

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” 2 Corintios 5:21

 

En ese horrible instante capturado como si fuese el resplandor de una luz de una cámara operada por la Palabra de Dios, se nos dice que el Padre le dio la espalda a Su Hijo, lo que llevó a Jesucristo a gritar “¿Eli, Eli, lama sabachthani?”—lo que en Arameo quiere decir “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado? Y aunque el grado real de dolor y angustia que El sintió en aquel momento llegaba más allá de lo que podemos comprender, ¡si sabemos que fue lo que produjo que Su humano corazón se desgarrara!

 

Y volviendo a la promesa que se le hizo al ladrón penitente sobre el estar en el paraíso con el Señor ese mismo día, se necesita enfatizar que esto significa que ¡el cese de esta vida humana lo llevaba inmediatamente a un estado de vida eterna en la presencia de Dios el Padre! Y ese mismo principio es algo que todo creyente genuino puede mirar en expectativa de también tener esa experiencia. (Para más información lea un artículo previo titulado, “Dónde Están Los Muertos” en www.cuttingedge.org/sp/p202.htm).

 

Los cuatro relatos de los Evangelios nos dicen que había un total de tres hombres que murieron ese día, pero en las Epístolas de Pablo yo descubrí que ¡definitivamente había un cuarto! Su nombre era Ron Riffe, porque en lo que concierne a Dios, yo morí aquel día con Su Hijo. Y todos aquellos que han conocido, o conocerán a Jesucristo como su Señor y Salvador personal murieron allí también, porque cuando El murió, ese sacrificio único cumplió con el juicio santo y justo de Dios sobre todos nuestros pecados—pasados, presentes y futuros. 

 

Aquí está lo que el Apóstol Pablo dijo sobre esa realidad:

Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.” Romanos 6:6

 

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20

 

¿Existe una carga pesada en tu corazón que se está poniendo insoportable y necesitas alivio desesperadamente? ¿Admitiría usted que sentimientos de culpa a menudo ocupan sus pensamientos y no parece haber forma de deshacerse de ellos? ¿Ha llegado a punto en su vida en que no hay ningún gozo en ella?

Si esto describe su actual situación, ¿alguna vez ha considerado la posibilidad de que Dios podría estar en el proceso de llamarle la atención? Convencer de pecado y poner un sentimiento de culpa es uno de los ministerios del Espíritu Santo y justo antes de Su muerte el Señor dijo esto acerca del Espíritu a quien El enviaría un tiempo después:

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9De pecado, por cuanto no creen en mí; 10de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.”

Así que, ¿podría usted—como el ladrón penitente—sentir la necesidad de admitir su culpa y pedirle a Cristo que le recuerde cuando El venga en Su Reino? El sabía que su castigo era justo y que la muerte estaba cerca, pero el no dejo que eso lo detuviera para alcanzar a Jesús por medio de la fe.

Citamos del libro 100 Resúmenes De Sermones Del Nuevo Testamento (“100 Sermon Outlines From The New Testament”) de John Phillip (ISBN 0-8024-7817-4), aquí hay algunas cosas notables que el ladrón no hizo:

 

“El no fue bautizado, confirmado, ni fue hecho miembro de una iglesia. El nunca se confesó a un sacerdote aunque había muchos de ellos alrededor. El no hizo penitencia. El no tenía ningún reclamo de carácter moral. El no le pidió a la virgen María que orase por el, aunque ella estaba presente. El no invocó a ninguno de los santos. El era un alma perdida camino a un infierno inminente cuando de repente; el arrojó su alma a los pies de Jesús. El escuchó el evangelio de los enemigos de Cristo (“A otros salvó…”) [Mt. 27:42; Mr. 15:31; Lc. 23:35] y se volvió a Jesús con una fe maravillosa. Y fue salvo, instantáneamente, ahí mismo y en ese momento, sobre la misma base que cualquiera es salvo. Y también recibió seguridad inmediata de su salvación…” (Inserción entre corchetes y énfasis mío).

 

¿Por qué no seguir el ejemplo del ladrón y recibir una vida nueva en Cristo? Solo echa tu alma a Sus pies y confía en que El hará todo lo que El ha prometido. Si tu corazón está totalmente correcto en el asunto (tenga en cuenta que El no puede ser engañado), el Espíritu Santo vendrá a morar en usted y le dará la seguridad inconfundible de Su presencia.

 

Aparte de las cargas de corazón que lentamente te están aplastando, ¿qué tienes que perder?

 

Si usted ha aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, pero ha sido muy tibio en su caminar espiritual con El, usted necesita pedirle inmediatamente perdón y renovación. El lo perdonará instantáneamente, y llenará su corazón con el gozo del Espíritu Santo. Entonces, necesita iniciar un caminar diario de oración y estudio personal de la Biblia.

Si usted nunca ha aceptado a Jesucristo como Salvador, pero ha comprendido Su realidad y el Fin de los Tiempos que se acerca, y quiere aceptar Su regalo GRATIS de la Vida Eterna, usted puede hacerlo ahora, en la privacidad de su hogar. Una vez lo acepte a El como Salvador, usted habrá Nacido de Nuevo, y tendrá el Cielo tan seguro como si ya estuviera allí. Entonces, podrá descansar seguro de que el Reino del Anticristo no lo tocará espiritualmente.

Si a usted le gustaría Nacer de Nuevo,  vaya ahora a nuestra Página de Salvación .

Esperamos que haya sido bendecido por este ministerio, que busca educar y advertir a las personas, de modo que puedan ver el Nuevo Orden Mundial por venir -el Reino del Anticristo-en sus  noticias diarias.
 

Finalmente, nos encantaría saber de usted. Puede enviarnos un E-Mail a 

Dios le bendiga.


 
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