TITULO: LEA, LA FEA ABUELA DE CRISTO

Subtitulo: La Belleza Verdadera Está En El Interior

Siempre me ha parecido algo interesante darme cuenta como el Señor nos hace tomar nota de los incidentes en Su Palabra. Muchas veces nosotros leemos versos de las Escrituras y nos familiarizamos con ellos, pero realmente fallamos en ver los mensajes contenidos allí. Algo de esa naturaleza llamó mi atención cuando estaba estudiando el capítulo 29 en el libro de Génesis. En este capítulo en particular encontramos que Jacob dejó su casa luego de haber engañado a su hermano Esaú sobre su primogenitura. Su madre Rebeca fue coparticipe con su hijo favorito Jacob, en el engaño de Isaac, el padre. Cuando Esaú se dio cuenta de lo que había sucedido, planeó matar a su hermano, y Rebeca lo oyó. Ella avisó rápidamente a Jacob para que huyera donde su hermano lavan, quien vivía aproximadamente a 643 Km de distancia, en un lugar llamado Padan-aram. Jacob hizo lo que le dijo su madre, y cuando llegó, la primera persona que conoció fue a la hija de Laban, Raquel. Cuando vamos a la narración en el verso 16, encontramos lo siguiente:

“Y Labán tenía dos hijas: el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel. Y los ojos de Lea eran delicados, pero Raquel era de lindo semblante y de hermoso parecer. Y Jacob amó a Raquel, y dijo: Yo te serviré siete años por Raquel tu hija menor. Y Labán respondió: Mejor es que te la dé a ti, y no que la dé a otro hombre; quédate conmigo. Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba. Entonces dijo Jacob a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido, para unirme a ella. Entonces Labán juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete.”

Jacob está obviamente enamorado de la belleza de Raquel, y se nos dice que los ojos de la hija mayor, Lea, eran delicados. Yo creo que esa es solo una forma diplomática de decir que ella era “tan fea como una cerca enlodada” En cualquier caso, el corazón de Jacob estaba todo acelerado, y se obliga a sí mismo a siete largos años de trabajo ininterrumpidos por la mano de su hija menor. ¡Para que podamos comprender los incidentes que veremos a continuación, debemos entender que Labán es tan deshonesto, que ellos tuvieron que “atarlo al suelo” para enterrarlo cuando murió! Esto sumado al hecho de que el nombre de Jacob significa “suplantador” –uno que “falla” o engaña— ¡y aquí tenemos todos los ingredientes para un fraude!

¡Labán hace todos los preparativos para la celebración de la boda, y todo va según lo planeado, pero cuando Jacob se levanta la mañana siguiente –se horrorizó al darse cuenta de que lo habían engañado, casándolo con la vieja y fea Lea! (¡Compañeros, yo realmente creo que Dios tiene sentido del humor!) ¡El mismo que engañó su padre quitándole la bendición reservada para el hijo mayor, esta ahora en el otro lado de la rama! Naturalmente que él fue directamente donde Labán a quejarse, pero se le dijo que era prohibido por las leyes que una hija menor se casara primero que la mayor. Luego vemos la historia en el verso 27, cuando Labán dice:

 

“Cumple la semana de ésta, y se te dará también la otra, por el servicio que hagas conmigo otros siete años. E hizo Jacob así, y cumplió la semana de aquélla; y él le dio a Raquel su hija por mujer. Y dio Labán a Raquel su hija su sierva Bilha por criada. Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años. Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril.”

 Lea llamó a su hijo primogénito Rubén, lo que literalmente significa ¡“Mira, un hijo!”, y es triste notar en el verso 32 como ella habla de su humillación y la esperanza de que tal ves ahora ella será amada por su esposo. Según pasó el tiempo, le nacieron tres hijos más: Simeón (Dios oye), Leví (acompañante), y Judá (alabanza). El nacimiento de esos cuatro hijos solo hizo la situación familiar mas tensa, porque Raquel no podía quedar embarazada. En la cultura del Medio Oriente, la esterilidad era vista como una desgracia. Así que en un intento desesperado por no quedarse atrás, Raquel dio su criada Bilha a Jacob, como sustituta o secundaria esposa, para que ella cargara a su hijo en su lugar. Debido a nuestra cultura, encontramos esto extraño por decir algo, pero en ese tiempo, era bastante común. Luego Bilha dio a luz a Dan (juzgado) y Neftalí (esforzado). ¡Luego para no ser superada, Lea le dio su criada Zilpa a Jacob, y ella le dio a luz a Gad (fortuna) y Aser (feliz)! La familia fue bendecida con muchos niños, pero el estrés y la tensión entre las dos hermanas en competencia era muy fuerte. Luego Lea se puso histérica porque había cesado de tener bebes, y oró al Señor para que le diera más hijos. Se nos dice en el verso 17 que Dios oyó la oración de Lea, y subsecuentemente ella tuvo dos hijos más: Isacar (contratado) y Zabulón (habitando), mas una hija llamada Dina.

Luego en el verso 22 del capítulo 30, vemos como Dios se “acordó de Raquel”:

“Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos. Y concibió, y dio a luz un hijo,  y dijo: Dios ha quitado mi afrenta; y llamó su nombre José,  diciendo: Añádame Jehová otro hijo.”

 

No se nos dice específicamente que la fricción entre las hermanas se calmó después de que nacieran esos niños, pero parece ser así. Como dice el adagio popular, “El tiempo cura las heridas”. Jacob fue bendecido con esta gran familia mientras estuvo sirviendo a Lavan, y ahora el Señor estaba apunto de bendecirlo con cosas materiales. Luego del nacimiento de José, Jacob decidió que era tiempo de regresar al lugar de donde vino –de vuelta a su familia. Cuando el se acercó a Labán para comentarle de su plan, este no se emocionó precisamente ante la posibilidad de perder su valioso trabajador, e hizo una declaración destacable en los versos 27 y 28 del capítulo 30:

“Y Labán le respondió: Halle yo ahora gracia en tus ojos, y quédate; he experimentado que Jehová me ha bendecido por tu causa. Y dijo: Señálame tu salario, y yo lo daré.”

 

Labán no era un hombre piadoso, y puede verse en el hecho de que practicaba la “adivinación” –tratar de ver en el futuro, por medio de varios métodos ocultistas. Pero tuvo suficiente percepción para darse cuenta de que las bendiciones de Dios sobre Jacob se habían “derramado” sobre el. En un esfuerzo por lograr que Jacob estuviera contento y no se fuera, Labán le dijo, “señálame tu salario”. Jacob lo sorprendió pidiéndole solo los animales manchados y rayados, además las ovejas negras que nacieran en el rebaño. Los rebaños de Labán eran predominantemente blancos o negros, y solo ocasionalmente nacían animales rayados o manchados.  Labán estuvo de acuerdo inmediatamente, pero debido a su naturaleza deshonesta, removió rápidamente todos los animales que no fueran puramente blancos o negros, y dio los animales de color solido a Jacob para que los atendiera. ¡Pero Jacob estaba dependiendo del Señor para que El se encargara de la situación, y en un periodo de tiempo, los animales manchados y rayados, y las ovejas negras estaban naciendo regularmente! Jacob pronto se volvió bastante rico en términos del número de animales que poseía. Naturalmente, los hijos de Labán comenzaron a acusar a Jacob de usar métodos clandestinos, pero no pudieron probarlo. Así que por la animosidad que ahora exhibían Labán y su familia hacia él, Jacob y su familia se fueron en medio de la noche, y se dirigieron de regreso a casa.

Jacob no supo hasta que regresó a su casa, que su amada madre Rebeca murió en los años que pasaron. ¡él era su hijo favorito, y ella se comprometió con métodos ocultos para asegurarse que él obtuviera la bendición de la primogenitura, pero lo pagó con el precio de no verlo jamás! El también hizo la paz con su hermano Esaú, y enterraron juntos a su padre Isaac. Luego, en el capítulo 35, encontramos que Dios se le apareció una vez más a Jacob, y le confiere otra bendición más. En el verso 9 y los siguientes, leemos lo siguiente:

Apareció otra vez Dios a Jacob, cuando había vuelto de Padan-aram, y le bendijo. 10Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel. 11También le dijo Dios: Yo soy el Dios omnipotente: crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos. 12La tierra que he dado a Abraham y a Isaac, la daré a ti, y a tu descendencia después de ti daré la tierra. 13Y se fue de él Dios, del lugar en donde había hablado con él. 14Y Jacob erigió una señal en el lugar donde había hablado con él, una señal de piedra, y derramó sobre ella libación, y echó sobre ella aceite. 15Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar donde Dios había hablado con él, Bet-el.

16Después partieron de Bet-el; y había aún como media legua de tierra para llegar a Efrata, cuando dio a luz Raquel, y hubo trabajo en su parto. 17Y aconteció, como había trabajo en su parto, que le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo. 18Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Benoni; mas su padre lo llamó Benjamín. 19Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén. 20Y levantó Jacob un pilar sobre su sepultura; esta es la señal de la sepultura de Raquel hasta hoy.”

 

Yo encuentro muy interesante que no hay registro del lamento de Jacob por su esposa “favorita”. ¡Sólo se nos dice que el la enterró, erigió un monumento, y continuó el viaje! Uno normalmente esperaría que se hiciera gran lamentación sobre ella y que se observara un periodo de duelo –pero si fue ese el caso, no se nos dice nada. Seria tentador pensar que tal ves, por el paso del tiempo, ya ella no tenia el mismo grado de afecto en el corazón de Jacob. Pero no parece ser, porque en el capítulo 33 –cuando Jacob estaba a punto de encontrarse con su hermano Esaú—vemos en su acción de dividir la familia, que Raquel y sus dos hijos eran todavía favorecidos. Jacob temía que Esaú estuviera todavía enojado, y atacara a la primera oportunidad. Esa fue la razón de que él pusiera a sus dos concubinas y sus hijos enfrente de la caravana, Lea y sus hijos luego, y Raquel y su hijo al final. Si eran atacados, las concubinas y sus hijos corrían el riesgo de ser los más sacrificados, luego Lea, y Raquel de último –por lo tanto, con una oportunidad mayor de sobrevivir. ¡Sólo imagínese el mensaje que esto enviaría a todas las esposas e hijos! Yo creo firmemente que este favoritismo flagrante, desempeñó un papel muy importante más tarde, cuando los hijos mayores entregaron a José –el hijo favorito de la esposa favorita—y lo vendieron para ser esclavo. La niñez del mismo Jacob fue marcada por el favoritismo paternal –Isaac prefería a Esaú, y Rebeca prefería a Jacob—así que el sabia de primera mano, lo que significaba ser “segundo en rango” a los ojos de un padre.

En el capítulo 35, suceden muchas cosas en sucesión rápida a Jacob y su familia. Primero, la nodriza de su madre Rebeca muere. Esa mujer muy probablemente fue quien crió a Jacob, y probablemente era una segunda madre para el. El llamó el lugar de su sepultura “Alón-bacut”,

que significa “árbol del llanto”. Esto sucede poco después de que Raquel muriera en labor de parto, y luego el segundo hijo de Jacob, Rubén, lo deshonrara acostándose con Bilha, la primera concubina. En el verso 29 se nos dice que su padre Isaac murió a la edad de 180, y Jacob y Esaú lo enterraron. Sí, Jacob estaba bien familiarizado con las lágrimas de dolor, pero venían aun más. De forma lenta pero segura, Dios estaba obrando Su soberana voluntad en la vida de Jacob, y moldeándolo en el santo en que se convertiría.

 

El siguiente hecho traumático que ocurrió a Jacob, involucró la perdida de su hijo favorito, José. Todos conocemos la historia de cómo los hermanos mayores estuvieron celosos de José, y usaron la primera oportunidad para deshacerse de él, vendiéndolo como esclavo.  Ellos le dijeron a Jacob que animales salvajes se lo habían comido, y por supuesto, Jacob no tenía otro recurso real más que creerles. Como aprendemos de la narración mas tarde, los hermanos planearon mal para José --¡pero Dios lo usó para bien! La acción malvada de los hermanos, al final, fue su propia salvación –junto a toda la nación de Egipto – ¡a través de los esfuerzos de José! También, durante el curso de esta historia en particular, encontramos que por un corto periodo de tiempo, Jacob estaba hasta discriminando a Benjamín –el último de sus hijos favoritos. Uno a uno, Dios le quito a Jacob todo lo que el amaba, para hacerle un mejor hombre. Nosotros tenemos que “leer entre líneas”, para ver todo lo que está sucediendo aquí, pero es bastante obvio que durante sus últimos días, Jacob fue forzado por las circunstancias a depender más y más de Lea – ¡la esposa que personalmente creo que Dios favoreció! (¿Ha pensado alguna vez en el hecho de que Lea dio a luz tanto a Judá como a Levi –las tribus Mesiánicas y sacerdotales?) Lea amó a Jacob, pero el retorno de ese amor llegó mas tarde en el tiempo.  Yo no me considero demasiado romántico (y mi esposa puede confirmarlo), pero me conmuevo, cuando considero que Jacob llegó a amar a Lea, y yo creo que vemos evidencia irrefutable en el capítulo 49, cuando leemos, comenzando en el verso 28:

“Todos éstos fueron las doce tribus de Israel,  y esto fue lo que su padre les dijo,  al bendecirlos;  a cada uno por su bendición los bendijo. Les mandó luego,  y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo.  Sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo, en la cueva que está en el campo de Macpela,  al oriente de Mamre en la tierra de Canaán,  la cual compró Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura. Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea.” (Genesis 49:28-31)

 

La vieja y fea Lea – la esposa fiel, pero por mucho tiempo despreciada- llegó a tener el lugar de honor al lado de su amado esposo Jacob, y él fue personalmente responsable de esa decisión. ¿Por qué Jacob no enterró a Raquel ahí? Solo la eternidad revelará la respuesta, pero me gustaría pensar que Dios, con el tiempo, le enseñó de qué se trata el amor verdadero.

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Dios le bendiga.


 
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