TITULO: SOBERANÍA Y SENTIDO COMÚN

Subtítulo: ¿Es Dios Verdaderamente Soberano En Los Asuntos De Los Hombres, O Simplemente Está Sentado Esperando Ver Lo Que Haremos?

En nuestro último artículo (“Santos en Sufrimiento”), exploramos los temas duales de la Soberanía de Dios y el sufrimiento del hombre mirando la vida del Patriarca Job. Y en ese análisis de las Escrituras vimos claramente como Dios hizo que sucedieran algunas cosas a uno de Sus siervos más sobresalientes que usualmente producen un grito de “¡Injusto!” en los incrédulos (y desafortunadamente en algunos de los del pueblo de Dios). Job no había hecho nada incorrecto y de hecho Dios enfatizó esa realidad de que El deliberadamente le dijo a Satanás que pusiera atención a Su siervo fiel – ¡efectivamente desatando la furia del Diablo sobre ese pobre hombre insospechado! ¿Fue esta una conducta atroz, o las acciones de un amante y todopoderoso Dios Soberano? Como tratamos de mostrar en las Escrituras, definitivamente se trata de la segunda opción y fue diseñada de principio a fin para dar honra y gloria a Su Santo Nombre.

En una especie de secuela a la historia de Job, cuando vamos al capítulo nueve del Evangelio de Juan encontramos una situación similar. Solo que en este caso la figura central – es un mendigo ciego – no es uno de los siervos sobresalientes de Dios y sus atormentadores en este caso, son humanos pecadores y no el diablo mismo. Pero como podremos ver, la Soberanía de Dios en el asunto es inconfundible y es verificada por las Palabras del mismo Señor Jesucristo. Cuando empieza este capítulo, encontramos al Señor y a Sus discípulos moviéndose a través de Jerusalén:
 

Juan Capítulo Nueve

 

1 “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?”

 

Como usted ve, los judíos creyeron erróneamente – como muchas personas de hoy – que tales cosas son el resultado del pecado por parte de alguien. El sentido común parece dictar que un Dios amante y justo jamás afligiría a una persona sin causa y por lo tanto, en este caso particular, la ceguera tenía que ser un castigo. Pero como aprendemos de la respuesta del Señor, esta es otra perfecta ilustración de que tan errada puede ser nuestra lógica depravada:

3. “Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.

Lo que tenemos aquí es un hombre adulto quien ha sufrido de los efectos de la ceguera durante toda su vida. Incapaz de trabajar, tiene que rogarles a otros para poder alimentarse y sustentarse a sí mismo. Sin duda su existencia era magra, porque los mendigos no disfrutan de un estilo de vida derrochador. Sus padres también compartían el sufrimiento, porque ellos lo criaron hasta llegar a la adultez y se vieron forzados por las circunstancias a dar abasto con su discapacidad. El pudo haber tenido otros hermanos que le amaban y aún así no podían mantenerlo por sus propias luchas para mantenerse en la vida. Así que, a pesar de que se desconoce el número de personas que estaban afectados adversamente por la ceguera de este hombre, se puede decir con seguridad que eran probablemente unos cuantos. Si después consideramos la angustia mental combinada causada por el problema de este hombre, ¡no debería parecer una sorpresa que la mayoría de las personas jamás pensarían en atribuirle su ceguera a la Soberanía de Dios! Ira de Dios, si – pero para Su honor y gloria, ¡de ninguna forma! Y aún así ese es el caso que tenemos aquí y está más allá de toda disputa, porque tenemos la propia Palabra del Señor mismo para ello. Este mendigo ciego y toda circunstancia que le rodeaba fue el resultado directo de la voluntad Soberana de Dios. Y como veremos en los pasajes siguientes, el estaba en el (1) lugar correcto, en el (2) momento correcto con la (3) necesidad correcta para autenticar el mensaje de Jesucristo a través del medio de una sanidad milagrosa.

Pero antes que continuemos, debo señalar algo de suma importancia. ¿Alguna vez ha llegado usted a darse cuenta de que todo, sin excepción, lo que ocurre en esta vida es causado directamente o permitido por Dios? La mayoría de nosotros no tendremos problemas en atribuirle las cosas “buenas” de la vida, a Dios, ¿pero y qué de las horrendas tragedias tales como lo ocurrido el 11 de Septiembre, con la destrucción del “World Trade Center” y las grandes pérdida de vidas inocentes? ¿Y qué de las continuas hambrunas en Africa en la cual miles de bebés mueren de inanición? ¿Y qué de todas las guerras y todo el dolor y la miseria y el sufrimiento incalculable que los hombres se han infligido los unos a los otros? ¿Qué de los bebés que nacen con severos defectos físicos/mentales tales como ceguera o Síndrome de Down? ¿Qué de aquellos seres queridos que se están matando así mismos lentamente con drogas y alcohol, o muriendo de enfermedades tales como el cáncer? ¿Qué de hijos voluntariosos que están rompiendo los corazones de sus padres? ¿..............................? La lista es literalmente interminable, ¿pero se entiende el punto? Y la conclusión es ineludible: todas estas cosas ocurren de acuerdo con la voluntad directiva de Dios (aquellas cosas que El específicamente hace que sucedan). Debemos de aprender de las palabras de Juan 9:3 citado más arriba, ¡qué algunos de los incidentes que vemos como tragedias de hecho son designadas por Dios para darse honra a Sí mismo! Cuando los cristianos verdaderamente le “cogen la idea” de este concepto, las altas y bajas de esta vida tomarán un tono completamente diferente de significado mientras las tragedias son vistas como algo necesario desde el punto de vista de Dios. Y aun si nunca entendamos el “porqué” de algunas cosas de este lado del cielo, podemos descansar en la completa seguridad de que Dios sabe lo que El hace y todo el sufrimiento tiene un propósito.

El Señor continúa hablando en Juan capítulo nueve:

4“Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 5Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. 6Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, 7y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.”      

Algunos comentaristas dicen que los judíos consideraban que la saliva tenía cualidades medicinales, por lo que el hacer un ungüento con esputo y tierra no hubiera sido visto con la misma aversión en ese entonces, como lo hubiese sido hoy. Pero en cualquier caso, la aplicación espiritual es una de fe. El hombre pudo haberse sentido ofendido (fíjese que el no fue consultado en el asunto), quitarse el lodo de sus ojos, y permanecer ciego. En vez de eso, ¡el hizo como se le instruyó y fue sanado de su ceguera! Casi podemos verlo tambaleando y andando a tientas por Jerusalén – posiblemente pidiéndole a alguien que lo llevase al estanque de Siloé. Y una vez allí, el se echa el agua fresca sobre el lodo que ya se había secado y pegado a sus ojos y mientras los párpados eran librados de su impedimento, ¡el los abrió para asombrarse de ver por primera vez en su vida! ¿Supone usted que el se regocijó un poco? ¡¡¡¡Usted sabe que sí!!!! Y les garantizo que media Jerusalén lo escuchó riéndose y alborotándose (lo que obviamente era parte de la intención del Señor) mientras el se dirigía de vuelta a su propio vecindario. Habiendo sido ciego de nacimiento, ¡él pudo haber tenido que cerrar sus ojos para no ver todas las maravillosas distracciones visuales, para poder avanzar! Después de que había pasado algo de tiempo, finalmente, el regreso a su casa y regresamos al relato en el versículo 8:

“Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: El es; y otros: A él se parece. El decía: Yo  soy.”

Se ha dicho que los “ojos son el espejo del alma” y la diferencia entre aquellos que son ciegos y aquellos que ven, es sustancial – por lo que esto fue la razón por la cual muchos no lo reconocieron como el mismo hombre.

“10Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 11Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista. 12Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? El dijo: No sé.

 13Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos.”

 Con la declaración del versículo 14, llegamos al corazón del asunto. La mano milagrosa de Dios aparentemente es reconocida por los vecinos del hombre y ellos lo llevan rápidamente a los Fariseos – sus líderes religiosos – para confirmar. Pero ellos rápidamente encuentran que un milagro de Dios presenciado y afirmado por un número de personas debe ser un asunto muy “importante” -- la percepción de la violación de una ley del día de reposo. Resulta que durante muchos cientos de años, la prohibición original de Dios de no trabajar en el Día de Reposo había sido mal “interpretada” (y se le había añadido) por los hombres – ¡aquellos pronunciamientos habían asumido el estatus de Escritura o Palabra de Dios! La prohibición de Dios era suficientemente rigurosa, pero después de que se le añadieron las ideas de los hombres – se había convertido en una carga intolerable. ¡Hasta respirar estaba cerca de ser una violación! Por lo que el hacer una mezcla de saliva y tierra y esparcirlo como una mezcla sanadora sobre los ojos del ciego era, de acuerdo con su interpretación, trabajo y por lo tanto una violación del Día de Reposo – originalmente una ofensa que conllevaba pena de muerte. Pero como ellos estaban bajo el dominio romano, ellos no podían darle curso a una sentencia de muerte. Sin embargo, ellos podían hacerle la vida imposible a la parte ofensora y hasta excomulgarlo (“expulsarlo de la sinagoga”). Por lo que esta es la escena que tenemos ante nosotros cuando llegamos al versículo 15:

“Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. El les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. 16Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo.* Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos. 17Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta. 18Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? 20Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; 21pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. 22Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. 23Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él.”

El nombre de Satanás no aparece en ningún lado en todo este relato, pero su presencia es evidente en la actitud y las acciones de los Fariseos. Ellos odiaban a Jesús de Nazaret y no lo reconocerían como su Mesías, y es mi opinión personal que ellos sabían – por lo menos intuitivamente -- ¡que el poseía todas las cualidades necesarias! Basado en lo que los “principales sacerdotes y Fariseos” dijeron en Juan 11:47-48, donde ellos reconocen  los Milagros y expresan el temor de que los romanos vean el seguirle a El como rebeldía, ellos tenían miedo de perder tanto “su lugar, como su nación”. Los comentaristas tienen varias opiniones sobre lo que quisieron decir por “lugar”, pero yo creo que ellos se estaban refiriendo a su estatus exaltado de líderes “espirituales”. Si Jesús era el Mesías, ¡sus días como “matatanes” religiosos estarían contados, a menos que pudieran deshacerse de El!

“Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador. 25Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.” Juan 9:24-25

En esto, los primeros dos o tres “golpes” que pegó este hombre que antes era ciego, ¡el da una declaración maravillosamente profunda! “Ustedes pueden discutir todo lo que quieran”, dice el, “pero una cosa es innegable – antes era ciego, ¡pero ahora puedo ver!” el está llamando su atención al milagro tan obvio que se realizó, cada uno de ellos sabían que solo Dios podía hacer tal cosa. Pero ellos no querían – y no iban – a admitirlo.

“Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? 27El les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos?”

¡Golpe #2 y fue dado con una perfecta precisión!

“28Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos. 29Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea. 30Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. 31Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye. 32Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. 33Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer.

¡Golpe #3 y “la tercera es la vencida”, como dice el viejo dicho!

 “34Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron.”

Esto sí que es “¡el conejo llamándole orejudo al burro!” Ellos también nacieron en pecado – de los pies a la cabeza – como todos los demás, pero ellos no querían reconocerlo. Su conducta era reprensible y todo menos piadoso. Entonces para agravar su culpa, ellos echaron al hombre violentamente de la sinagoga, excomulgándolo en el proceso. Su único “pecado” era el responderles, pero ellos se inventaron reglas mientras hablaban. ¿Quién se atrevería a objetar y tratar de detenerlos? Ellos eran los hombres más ricos e influyentes en la nación entera, por lo que ellos se sentían muy seguros en hacer todo lo que se les antojaba – siempre y cuando no ofendiera a sus aprehensores Romanos.

La excomunión para un judío significaba el ser ignorado por todos los demás. La familia a menudo realizaría un funeral para el individuo, ¡por qué el estaba – para todas las intenciones y propósitos – muerto para ellos! El no podía comprar ni vender y nadie se atrevería siquiera a hablar con el, por miedo de ser visto por las autoridades. Para poder sobrevivir, el tenía que abandonar la ciudad y establecer residencia en algún otro lugar – con la esperanza de que su reputación no lo persiguiera. Muchas veces eso significaba tener que irse completamente de Israel, por el celo extremo de aquellos que lo perseguían. Por lo que vemos lo que le costó recuperar la vista. Pero aunque Dios lo puso intencionalmente lo puso en esta situación que le trajo de vuelta tanto gozo y después tanta tristeza – ¡cosas infinitamente mejores estaban justo delante!

“35Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? 36Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 37Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. 38Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.”

Como usted ve, hasta este punto el hombre había recibido la vista – pero no la salvación. Dios había escogido usarlo en una forma que el nunca se habría imaginado. Su ceguera había sido decretada como parte del plan eterno para autenticar el ministerio público del Mesías de Israel, Jesucristo. Cuando llegó el momento correcto, ¡Dios se encargó de que el estuviera precisamente donde se le necesitaba para cuando el Señor caminase por ahí! Sus años de mendigar limosnas lo habían hecho tan bien conocido en Jerusalén que como resultado, muchas personas reconocieron la naturaleza milagrosa de su vista recién encontrada. Y ahora que el había jugado su pequeño papel en el plan maestro de Dios para el Mesías, su aguda participación (y sufrimiento) son recompensadas con la salvación eterna. El Señor mismo lo escogió para ser un bello ejemplo de lo que significa creer. Y cuando El se dio a conocer al hombre, ¡el creer fue inmediato y fue seguido por una genuina adoración!

Sí, nuestro Dios es Soberano y cuando la vida parece insoportable y/o se acerca la persecución (como sucederá inevitablemente para el cristiano verdadero), agárrate del conocimiento que a fin de cuentas lo valdrá todo cuando veamos a Jesús cara a cara y le oigamos decir “Bien, buen siervo y fiel”.

Si usted ha aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, pero ha sido muy tibio en su caminar espiritual con El, usted necesita pedirle inmediatamente perdón y renovación. El lo perdonará instantáneamente, y llenará su corazón con el gozo del Espíritu Santo. Entonces, necesita iniciar un caminar diario de oración y estudio personal de la Biblia.

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Esperamos que haya sido bendecido por este ministerio, que busca educar y advertir a las personas, de modo que puedan ver el Nuevo Orden Mundial por venir -el Reino del Anticristo-en sus  noticias diarias.
 

Finalmente, nos encantaría saber de usted. Puede enviarnos un E-Mail a 

Dios le bendiga.


 
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