ATRAPADO ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

 

“Ninguno Puede Servir A Dos Señores…” Mateo 6:24(a)

 

En el capítulo 26 del libro de los Hechos encontramos al apóstol Pablo defendiéndose ante el Rey Agripa. Y para identificar apropiadamente a este rey en particular, Herodes Agripa II, necesitamos entender que el era biznieto de Herodes el Grande, aquel que gobernaba sobre Judea en el tiempo del nacimiento de Jesucristo. Su padre, Herodes Agripa I, fue el responsable de matar a Santiago y de encarcelar a Pedro. También es importante notar que se cree que su malvado “árbol genealógico” era idumeo, haciéndolos descendientes de Esaú— ¡el “profano” (Hebreos 12:16) hijo de Isaac quien vendió su derecho de primogenitura por un plato de lentejas!

 

Este rey era tan malvado como sus antecesores. Su mujer, Berenice, era su hermana y su relación incestuosa era el chisme de moda en Roma. Ella antes había sido la amante del Emperador Vespasiano y después de su hijo Tito, pero ella siempre regresaba donde su hermano ¡Tremenda pareja!, ¿verdad?

 

Pablo aquí enfrentaba una dura tarea tratando de convencer a esta despreciable excusa de hombre, que el era inocente de las acusaciones que los judíos habían formulado en su contra. Y al ejercer su derecho como ciudadano romano apelando directamente a César, y de esa forma evitando cualquier fallo posible del rey, parece que Agripa pudo haber sido irritado por esa decisión e insistió en oír lo que el quería decir.

 

Los detalles de la defensa de Pablo comienzan en Hechos capítulo 25 versículo 13:

 

“Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesarea para saludar a Festo. 14Y como estuvieron allí muchos días, Festo expuso al rey la causa de Pablo, diciendo: Un hombre ha sido dejado preso por Félix, 15respecto al cual, cuando fui a Jerusalén, se me presentaron los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo condenación contra él. 16A éstos respondí que no es costumbre de los romanos entregar alguno a la muerte antes que el acusado tenga delante a sus acusadores, y pueda defenderse de la acusación. 17Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal, mandé traer al hombre. 18Y estando presentes los acusadores, ningún cargo presentaron de los que yo sospechaba, 19sino que tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su religión, y de un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo afirmaba estar vivo. 20Yo, dudando en cuestión semejante, le pregunté si quería ir a Jerusalén y allá ser juzgado de estas cosas. 21Mas como Pablo apeló para que se le reservase para el conocimiento de Augusto, mandé que le custodiasen hasta que le enviara yo a César. 22Entonces Agripa dijo a Festo: Yo también quisiera oír a ese hombre. Y él le dijo: Mañana le oirás.

23Al otro día, viniendo Agripa y Berenice con mucha pompa, y entrando en la audiencia con los tribunos y principales hombres de la ciudad, por mandato de Festo fue traído Pablo. 24Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones que estáis aquí juntos con nosotros, aquí tenéis a este hombre, respecto del cual toda la multitud de los judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que no debe vivir más. 25Pero yo, hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho, y como él mismo apeló a Augusto, he determinado enviarle a él. 26Como no tengo cosa cierta que escribir a mi señor, le he traído ante vosotros, y mayormente ante ti, oh rey Agripa, para que después de examinarle, tenga yo qué escribir. 27Porque me parece fuera de razón enviar un preso, y no informar de los cargos que haya en su contra.” Hechos 25:13-27

 

Aunque bajo la ley romana una resolución por parte de Agripa era un asunto muerto en ese momento, yo no se si Pablo tuvo otra opción sino de presentar su caso ante el. Y lo hizo de la forma más interesante—especialmente en vista de que el sabía que el rey no lo declararía inocente evitándole el tener que comparecer ante César ¿Entonces por qué el llegó tan lejos tratando de probar su caso cuando podía decirse que era una pérdida de tiempo?

 

Debemos recordar que Pablo fue encomendado específicamente por el Señor resucitado para llevar el mensaje del Evangelio a los gentiles. Y el definitivamente estaba camino a Roma, el corazón del mundo gentil, pero ya que un gran número de judíos estaban reunidos para atender esta sesión, ¡ese predicador celoso se aprovechó completamente de su “audiencia cautiva!” 

 

Entonces en los versículos del 1 al 11 del capítulo 26, Pablo le cuenta al rey sobre su vida cuando joven y el hecho de que el había sido un Fariseo quien literalmente perseguía el “camino” (algo que el le dijo a la muchedumbre judía cuando fue arrestado):

 

“Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres”. Hechos 22:4

 

Luego Pablo dijo esto sobre su repentino cambio de parecer y sus acciones subsecuentes:

 

“Cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. 14Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 15Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 16Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, 17librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, 18para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. 19Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, 20sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. 21Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el templo, intentaron matarme. 22Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder: 23Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles.” Hechos 26:13-26

 

 

En este momento Poncio Festo, el gobernador de Judea, ¡interrumpió la sesión y acusó a Pablo de estar loco! El se alarmó de que un erudito como Pablo profesase creer en una resurrección literal de los muertos—un concepto que no consideraría ningún romano inteligente, y mucho menos aceptarlo:

 

Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco. 25Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. 26Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón. Hechos 26:24-26

 

Y en un resumen magistral que haría que un “equipo ideal” de abogados se sintiera orgulloso, ¡el apóstol Pablo concluye su caso poniendo a Agripa entre la espada y la pared!

 

Los hechos concernientes a la muerte, sepultura  y resurrección de Jesucristo eran de conocimiento público por toda Jerusalén y el área circundante porque nada de eso ocurrió secretamente o en un “rincón.” Los soldados romanos que custodiaban la tumba habían presenciado eventos sobrenaturales que les dio el susto de sus vidas. Y para empeorar mucho más las cosas, ellos sabían que serían sentenciados a muerte por sus superiores porque el cuerpo había desaparecido. Así que, en vez de entrar en un estado frenético de desesperación ellos acudieron al liderazgo judío buscando ayuda.

 

¿Por qué supone usted que esos soldados endurecidos apelarían a los mismos quienes desde un principio habían insistido en que se pusiese una piedra en la tumba? Los judíos odiaban a los romanos, por lo que la única explicación aceptable es obvia—ellos sabían con un alto grado de certeza que la evidencia era tan abrumadora que su historia sería aceptada como legítima. Y cuando todo terminase, no solo les iban a dar una suma considerable de dinero para que guardasen silencio sobre lo sucedido (Mateo 28:11-14), sino que también se reaseguraron que aún si el gobernador se enterase, ellos (los principales sacerdotes) intercederían por ellos para que no fuesen castigados ¿Tiene algún sentido que los sacerdotes hubiesen actuado en esa manera si hubiese habido duda alguna en sus mentes?

 

¿Cuál era la evidencia que era tan poderosa que no podría ser refutada? Simplemente que el sudario del entierro (los lienzos de lino en los cuales había sido envuelto el cuerpo del Señor) era una especie de “cocuyo” vacío y ¡solo una resurrección sobrenatural pudo haberlos dejado inalterados!

 

Y ya para cuando los soldados se habían reunido con el liderazgo judío, un sinnúmero de personas—junto con los discípulos del Señor—habían presenciado la evidencia y el reclamo del soldado de que el cuerpo había sido robado no hubiese sido tomado en serio. Por eso es que el versículo 15 de Mateo 28 nos dice que el acontecimiento se había vuelo “el tema más popular” en el tiempo en que fe escrita la epístola.

 

Y por ese conocimiento público, Pablo le tendió esta trampa a Agripa.

 

“¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. 28Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano. 29Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!

30Cuando había dicho estas cosas, se levantó el rey, y el gobernador, y Berenice, y los que se habían sentado con ellos; 31y cuando se retiraron aparte, hablaban entre sí, diciendo: Ninguna cosa digna ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre. 32Y Agripa dijo a Festo: Podía este hombre ser puesto en libertad, si no hubiera apelado a César.” Hechos 26:27-32

 

Al insistir que Agripa creía en las Escrituras del Antiguo Testamento y por lo tanto aceptaba lo que ellas proclamaban sobre el Mesías, Pablo astutamente puso al rey en una situación política insostenible ¡Porque si el decía que no creía a los profetas el encendería la ira de sus súbditos judíos y si el admitía que si creía sus amigos romanos pensarían que el era tonto! Pero siendo el político consumado que era, Agripa pudo repeler los comentarios de Pablo rechazando a Jesucristo.

 

Por supuesto, su respuesta complació a los judíos presentes y al mismo tiempo no le hizo daño alguno a su reputación con los romanos. Pero aunque el Rey Agripa era moralmente reprensible y había cometido muchos errores graves en su vida, su intento de “curarse en salud”  fue por mucho el peor de todos porque selló su suerte ante un Dios santo.

 

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Finalmente, nos encantaría saber de usted. Puede enviarnos un E-Mail a 

Dios le bendiga.

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